Caleb, de la tribu de Judá, fue uno de los doce espías enviados por Moisés a Canaán. Diez de dichos espías informaron que los hijos de Israel no podrían apoderarse de la tierra. Caleb y Josué, por el contrario, dijeron: "Subamos luego, y tomemos posesión... porque más podremos nosotros que ellos".
Por su buen informe, Dios los libró del castigo que impuso al resto del murmurador Israel, y se les permitió entrar en Canaán (Números 14:24).
Cuando rindieron el informe, Moisés prometió Hebrón a Caleb y las colinas circundantes como heredad.
Cuarenta y cinco años más tarde, cuando tenía 85 de edad, Caleb reclamó Hebrón.
Josué se lo otorgó "por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel".