Esteban fue el más prominente de "los siete" diáconos elegidos (Hechos 6).
Además de cumplir con sus deberes como tal, fue un poderoso predicador.
Cuando pronunció su notable defensa (Hechos 7) en la que resumió la esencia de la historia del Antiguo Testamento, los líderes judíos, luego que él los señaló con su dedo acusador, se enfurecieron tanto, que arrastrado lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon.
Esteban fue el primer mártir de la iglesia cristiana.
Por el testimonio de Esteban muchos se convirtieron y se unieron a la iglesia.
Entre estos se hallaba Saulo de Tarso (posteriormente llamado Pablo), que había presenciado la inexcusable ejecución de Esteban.