Jeremías nació en el Siglo séptimo A.C. en Anatot, no lejos de Jerusalén. Tenía veinte años de edad cuando el Señor lo llamó a ser profeta suyo.
Profetizó el castigo de Jerusalén a manos de un pueblo de corazón empedernido y oídos reacios.
Fiel bajo desesperadas y abrumadoras circunstancias de persecución, Jeremías vio a su pueblo pasar de la prosperidad bajo el rey Josías a una condición de perversidad bajo el mando de cuatro reyes impíos que levantaron ídolos y perseveraron en extraviar al pueblo.
Presenció impotente la invasión babilónica, y finalmente -cumplimiento de su profecía- la caída de Jerusalén.
Para su seguridad, los simpatizantes de Jeremías, mediante ruegos, convencieron al profeta para que se fuera a Egipto.
Predicó durante unos cincuenta años.
Se le identifica con el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre.