Safira (nombre arameo que significa "hermosa") fue esposa de Ananías y cómplice en el pecado por el cual murieron ambos.
Vendida su propiedad, se quedaron con la ganancia en vez de entregarla a la iglesia, y luego negaron haber hecho esto.
Cuando Ananías tuvo que enfrentarse a Pedro respecto a la venta mintió, e inmediatamente cayó muerto.
Unas tres horas después llegó Safira su esposa, ignorante de lo ocurrido.
Al preguntarle Pedro por el precio obtenido por la tierra que habían vendido, repitió la mentira de su esposo y cayó bajo la misma condenación de Ananías.
Pedro le respondió: "¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido y te sacarán a ti".
Al oír esto, cayó muerta a sus pies (Hechos 5:7-10).