Cómo memorizar un versículo efectivamente por Nicolás Tranchini |
Aunque te parezca medio evidente, creo una de las cosas más importantes que tienes que saber para memorizar un versículo efectivamente es que tienes la capacidad para hacerlo. Hay muchas personas que piensan que es casi imposible memorizar quince, cincuenta o cien versículos. Permíteme ser un poco dogmático, ¡están equivocados! Todos pueden memorizar versículos, la cuestión es que no todos quieren hacerlo. ¿Piensas que me equivoco? Hagamos un pequeño juego y pongamos a prueba tu memoria. Dibuja un círculo alrededor de cada categoría en la que puedas citar de memoria al menos un nombre o ejemplo.
Compañeros de trabajo, Actores famosos, Apellidos de personas , Escritores famosos, Políticos, Tu número de documento, Jugadores de fútbol, Compañeros de estudio, Números telefónicos, Código postal, Nombres de familiares, Nombres de amigos cercanos, Cumpleaños importantes, Fechas patrias, Títulos de libros, Películas, Nombres de calles, Países del mundo, Poemas, Ciudades de tu país, Fórmulas matemáticas, Planetas, Direcciones de casas, Capitales del mundo, Dichos, Precios de ropa o comida, Chistes, Directores de cine, Ríos importantes, Equipos de fútbol, etc. |
¿Cómo te fue? ¿Prueba superada? Estoy seguro que sí. Todos los seres humanos tenemos miles de nombres, frases y números almacenados en nuestra mente. Nuestro problema no es la falta de capacidad para almacenar información, nuestro problema es falta de deseo de almacenar cierta información.
Pero, ¿qué es lo que hace que recordemos todos estos datos? Hay dos razones principales por las cuales memorizamos algo: interés y familiaridad. ¿Quién no recuerda el nombre de su película favorita? ¿Quién no se acuerda del precio del par de zapatos que hace tanto tiempo quiere comprarse? ¿Quién no sabe el resultado de un partido de Argentina cada vez que se juega un mundial? ¡Todos! ¿Por qué? ¡Porque nos interesa! ¡Porque tenemos una buena motivación para recordarlo! Por otra parte, si llamas por teléfono a tu novio trece veces por día, no ha de extrañarte que termines sabiendo su número a la perfección. De la misma manera, si viajas en tren seis días a la semana para ir a trabajar, te sentirás tan familiarizado con las estaciones que recorres que pronto las habrás memorizado. ¿Por qué? Por una cuestión de uso, de familiaridad. De la misma forma, la única manera de memorizar versículos efectivamente es, por un lado, encontrando una buena motivación para hacerlo, y por el otro, repitiendo los versículos tantas veces como podamos. Esto hará que nos familiaricemos con ellos y que se nos graben para siempre.
Pues bien, si lo que necesitamos es motivación, permíteme darte una lista de 20 buenas razones para memorizar versículos.
Por qué debemos memorizar versículos.
1. Porque es un mandamiento.
“Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como señal en vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos.” (Deuteronomio 11:18) “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros...” (Colosenses 3:16)
2. Porque Jesucristo, nuestro modelo, memorizó versículos.
¿Cómo sé esto? Simple. Hay 1934 versículos atribuidos a Cristo en el Nuevo Testamento. 179 de éstos son citas del Antiguo testamento. ¡Casi un 10% de lo que Jesús dijo fueron citas de memoria de la Biblia! Si fue importante para Él, ¿debería ser importante para nosotros?
3. Porque son imprescindibles para evangelizar.
¿Cómo hago para mostrarle a una persona a través de la Biblia cómo puede llegar a conocer a Cristo si no puedo ubicar los versículos de memoria? ¡Imposible! ¿De qué manera puedo decirle a un no creyente que la paga del pecado es la muerte si no sé dónde queda el pasaje que afirma esto?
4. Porque son muy útiles como un recurso apologético.
Dice 1 Pedro 3:15 que debemos estar: “...siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” Dawson Trotman, el fundador de Los Navegantes, solía salir a evangelizar una vez por día. Cada vez que una persona le presentaba una excusa para no recibir a Cristo y él no tenía una respuesta; volvía a su casa y buscaba un versículo que respondiera a esta excusa y lo memorizaba. Dawson se había propuesto en su corazón que nadie lo “agarrara” dos veces con el mismo pretexto. ¡Esto es memorizar un versículo como un recurso apologético! ¿Quieres ver un ejemplo concreto? ¿Qué pasa si te encuentras con alguien que cree en la reencarnación? Si sabes de memoria Hebreos 9:27 puedes citarlo y decirle: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” ¿Qué piensas? ¿Sirve?
5. Porque nos recuerdan que podemos tener seguridad.
Un misionero llamado Bob que conocí en Zambia, me contó que en sus primeros meses como cristiano se sentía atacado por profundas dudas si realmente podía estar seguro de ir al cielo. Mi amigo no tuvo mejor idea que escribir 1 Juan 5:11-13 en varias tarjetas y pegarlo en lugares estratégicos de su casa. De esta forma, cada vez que se miraba en el espejo del baño o utilizaba su computadora, leía una tarjetita que le recordaba: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.” Astuto, ¿verdad?
6. Porque nos dan autoridad para clamar en oración las promesas de Dios.
Si lees la Biblia con detenimiento encontrarás que está llena de promesas. “Clama a mí y yo te responderé.” (Jeremías 33:3) “Pedid y recibiréis.” (Juan 16:24) “Pídeme, y te daré por herencia las naciones.” (Salmo 2:8) “Pedid todo lo que queráis y os será hecho.” (Juan 15:17) “Si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él no oye.” (1 Juan 5:14) Como diría Martín Lutero: “Dios se ha atado a sí mismo a sus promesas.” Si esto es cierto, ¡aprovechémonos! Una de mis formas favoritas de orar es recordarle a Dios lo que Él mismo ha dicho en su Palabra. Cuando estoy intercediendo por un no cristiano suelo decirle: “Señor, en 1 Timoteo 2:4 dice que tú quieres que todos los hombres sean salvos. Muy bien. Ahora yo te pido, de acuerdo con lo que tú mismo has dicho en tu Palabra, que Fulanito llegue a ser salvo.” Cuando oro las promesas de Dios, ¡sé que puedo esperar una respuesta! Por otra parte, los versículos memorizados también enriquecen notablemente nuestra oración. Casi cada pasaje puede transformarse en un motivo de petición, de adoración, o de acción de gracias.
7. Porque nos equipan para aconsejar a otros.
Cualquier consejero cristiano puede decirte que lo mejor que puedes hacer para aconsejar a otros es tener guardado un arsenal de versículos en tu mente. No existe mejor biblioteca que tu cerebro. Dijo Jesús: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.” (Juan 14:26) Nota bien que la función del Espíritu es recordarnos (no dictarnos) las palabras de Cristo. Pero, ¿cómo será capaz de hacer esto si no tenemos nuestro tanque de reserva lleno con su Palabra? Hubo un punto en mi vida ministerial que me dije a mí mismo: “No quiero decirle más a la gente lo que yo pienso sino solamente lo que Dios piensa.” Entonces comprendí que la única manera en que iba a poder hacer esto era consagrándome a memorizar las Escrituras. Más adelante también entendí la importancia de memorizar la cita bíblica. Me di cuenta que memorizar la ubicación de los versículos me ayudaba, por un lado, a evitar la famosa "laguna mental" que nos sorprende cuando estamos aconsejando y no tenemos ni idea dónde está el versículo que queremos usar, y, por el otro, comprobé que es mucho más efectivo que la persona pueda encontrar su propia respuesta al leer la Biblia, en vez de que yo se la dicte de memoria. Exponer a la persona a la Palabra no solo le permite encontrar por sí misma la verdad, sino que también la entusiasma para volver a ella en busca de nuevas respuestas. Como alguien dijo una vez: “La mejor forma de alentar a una persona a leer la Biblia es respondiendo sus preguntas con la Biblia.”
8. Porque nos ayudan a resistir las tentaciones en nuestra vida diaria.
¿Recuerdas las tentaciones de Jesús? ¿Recuerdas de qué manera le hizo frente a Satanás? Las tres veces le respondió de la misma manera: "Escrito está..." En otras palabras, ¡Jesús lo venció citando de memoria tres pasajes del Antiguo Testamento! Apenas puedo recordar cuántas veces me he sentido tentado a hacer o mirar algo indebido y me he repetido para mí mismo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de los que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13) ¿Cómo podré hacer esto si no tengo el versículo almacenado en mi mente?
9. Porque nos ayudan a superar las preocupaciones diarias.
Piensa si estas dos promesas no son un buen material de “almacenamiento”. “No se aflijan por nada, sino preséntelo todo a Dios en oración; pídanle y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6,7) “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3) ¿Quieres más? Prueba con Mateo 11:28-30.
10. Porque nos ayudan a mantener puros nuestros pensamientos.
Una de las conversaciones más frecuentes que mantengo con cristianos sinceros que quieren llevar una vida de santidad es su lucha con las imágenes “podridas”. ¡Todos tenemos este problema! Nuestra mente tiene almacenados cientos de pensamientos e imágenes sucias con las que somos bombardeados continuamente. ¿Cómo solucionamos este problema? Dice el Salmo 119:11, “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.” Lo mejor que puedes hacer para contrarrestar este ataque en atesorar la verdad de Dios en tu corazón. Como alguien dijo una vez: “Un corazón lleno de tesoros deja muy poco espacio para la basura”. Como dice Pablo en Filipenses 4:8: “Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo justo, todo lo puro, todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.” ¿Conoces alguna manera mejor de cumplir este mandamiento que memorizando versículos?
11. Porque son el arma mejor para vencer las mentiras del enemigo.
Jesucristo lo llama “el padre de mentira” (Juan 8:44), Juan lo llama “el acusador” (Apocalipsis 12:20); si ese es su “ministerio”, ¿cómo se supone que debemos vencerle? Hay una sola respuesta: ¡con la verdad! A lo largo de mi vida cristiana esta ha sido una de las motivaciones más fuertes para memorizar pasajes bíblicos. Debo reconocer que cientos de veces me he dejado engañar por Satanás. He llegado a creer que no tenía valor, que Dios no me amaba, que no me iba a perdonar ciertos pecados y muchas otras cosas. Sin embargo, no hubo nada que me ayudara más en esta guerra que guardar la Palabra de Dios dentro de mí. Recuerda: el poder de Satanás está en la mentira, el poder del creyente está en conocer y creer la verdad. Como dice el salmista: “Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo.” (Salmo 119:98) Me he cansado de escuchar a cristianos que dicen recordar “la idea” del versículo, pero que no pueden acordarse muy bien dónde está. No recordar todo el versículo y no saber dónde encontrarlo, te hará mucho más vulnerable a las mentiras del enemigo que intentará sutilmente tergiversar la Verdad. Así lo hizo con Eva, así intentó hacerlo con Cristo y así intentará hacerlo contigo.
12. Porque nos permiten conocer mejor a Dios.
Reflexionemos un momento: ¿Se enoja Dios conmigo? ¿Es capaz de castigarme? ¿Cuántas veces va a perdonarme un mismo pecado? ¿Le duele cuando sufro? Déjame hacerte otra pregunta. ¿Necesitas recordar las respuestas a estas preguntas en un momento de debilidad? “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor hecha fuera el temor, porque el temor involucra castigo...” (1 Juan 4:18) ¿Cuán bien conoces a tu Dios?
13. Porque nos ayudan a vivir de acuerdo con los patrones morales establecidos por Dios.
¿Qué significa esto? Permíteme explicártelo. Dios, el Creador del universo, ha sometido a todo el mundo bajo ciertas leyes o reglas. En el caso de la física, por ejemplo, Él estableció la ley de la gravedad. Esta ley determina que si yo sostengo un lápiz con mi mano y lo suelto, el lápiz caerá al suelo irreversiblemente. Nos guste o no, todos los seres creados estamos sometidos a esta ley. ¿Tenemos la libertad para quebrarla? Sí, pero no sin sufrir las consecuencias. Si tú decides declararte “libre” de esta ley y te lanzas de un precipicio; ¡caerás como un cascote y harás un agujero en el suelo! Puedes “quebrar” la ley, pero no puedes dejar de sufrir las consecuencias. De la misma manera, existen ciertas leyes o principios morales a los cuales Dios ha sometido a todas sus criaturas. Estos axiomas o verdades están expresados en la Biblia como mandamientos. Los mandamientos son las leyes que Dios ha establecido, no para limitarnos, sino para protegernos. Tú y yo somos libres de quebrar estas leyes. Pero de la misma manera que caeremos como un cascote si nos tiramos de un precipicio, igualmente nos lastimaremos cada vez que quebrantemos una de las leyes de Dios. Como dice Proverbios 8:36: “Pero el que peca contra mí, a sí mismo se daña; todos los que me odian aman la muerte.” Como nos deja ver el pasaje, ¡pecar es autodestruirnos! ¿Cuál es la solución? Aprender los mandamientos que Dios ha registrado en su Palabra y vivir de acuerdo a ellos. Como dice Romanos 12:2 “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.”
14. Porque nos sirven de guía en nuestras decisiones diarias.
Dice el salmista: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” (Sal 119:105) Cuanto mejor conozcas la Palabra de Dios, mejor conocerás la voluntad de Dios para tu vida.
15. Porque nos devuelven la fuerza en tiempos de prueba.
Dice el salmista: “Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado.” Recuerdo cuán importante fue para mí 2 Corintios 1:3,4 en uno de los momentos más dolorosos de mi vida. Varias veces al día solía ir a mi cuarto de oración y, llorando, le pedía a Dios que al menos utilizara mi profundo sufrimiento para consolar a otros. Dice el apóstol en ese pasaje: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” ¿Necesito aclarar que lo hizo?
16. Porque nos permiten tener un mejor conocimiento de la Biblia.
Cuantos más versículos sepas, más simple te será leer la Biblia, más fácil te resultará entenderla y más tesoros encontrarás en ella. Un grupo de mujeres que conozco, hizo un estudio bíblico de 1 Corintios y se les ocurrió memorizar un versículo de cada capítulo para recordar mejor de qué hablaba todo el libro. Por otra parte, memorizar versículos también te será tremendamente útil para preparar un sermón o dar una charla. Como puedes ver, ¡los beneficios de memorizar la Palabra no tienen límites!
17. Porque nos ayudan a aprender cómo amar más a otros.
Uno de los pasajes que más desafía mi vida es la primera parte de Romanos 12:9: “El amor sea sin fingimiento...” Cada vez que medito en este pasaje y analizo las verdaderas intenciones de mi corazón, me pregunto si alguna vez lo habré cumplido. No sé que es lo que pasa por tu corazón, pero yo personalmente bastante seguido me encuentro a mí mismo amando a personas por motivos egoístas e hipócritas mucho más de lo que me gustaría admitir. Memoriza pasajes como el Sermón del Monte (Mateo 5:38-45) o 1 Corintios 13 y luego dime si puedes seguir amando de la misma manera.
18. Porque nos permiten alimentar nuestro espíritu y crecer a través de la meditación.
Dios le ordenó a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a lo todo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” (Josué 1:8) Pedro nos ordena a nosotros: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” (1 Pedro 2:2)
19. Porque nos ayudan a vivir una vida fructífera y exitosa. Dice el Salmo 1:2,3 que la persona “que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol firmemente plantado junto a las corrientes de agua, que da fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace prospera.” ¿Quieres ser exitoso? ¿Quieres dar fruto para Dios? Entonces memoriza su Palabra y medita en ella.
20. Porque nos permitirán experimentar un nuevo gozo al hacer la voluntad de Dios.
Dice el Salmo 119:103,104: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.” Dice Jeremías 15:16: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová de los ejércitos.” ¿Te he convencido?
Cómo memorizar un versículo efectivamente.
Es posible que pienses: “¿Cómo memorizar un versículo? Eso no es ninguna ciencia. Lo memorizo y listo.” ¡Error! ¡Memorizar sí es una ciencia! ¿Quieres saber por qué? Porque tu objetivo no es poder citar el versículo el día que te juntes con tu grupo sino poder recordarlo por el resto de tu vida. Cualquier “adoquín” puede repetir una frase después de haberla dicho unas cuantas veces; sin embargo, no cualquiera puede citar un versículo diez años después de haberlo memorizado. ¿Qué quieres ser, un “adoquín” o un hombre de la Palabra?
Habiendo entendido esto, permíteme darte cinco pasos que debes seguir para memorizar un versículo efectivamente. Pero antes, déjame hacerte una advertencia. Si hay dos cosas que impiden el éxito en la memorización son el orgullo y la falta de disciplina. La persona que jamás llegará a memorizar versículos efectivamente es la que dice “ya lo sé”, antes de haber completado los cinco pasos de la memorización. Por otra parte, otro que nunca llegará muy lejos es el que asegura “no necesito repasarlo”. Orgullo y falta de disciplina en repasar tus versículos, son los dos obstáculos más grandes que deberás vencer. No permitas que el enemigo te engañe. Mantente firme y perseverante como buen soldado, y, de la misma manera que Pablo exhortó a Timoteo, “... disciplínate a ti mismo para la piedad.” (1 Timoteo 4:7)
Primer paso:
Copia con mucho cuidado el versículo en una tarjeta. Te digo por experiencia propia que lo peor que te puede pasar es haber copiado un versículo erróneamente, y, luego de haberlo memorizado, intentar corregir los errores en tu memoria. Te puedo asegurar que te harás un lío cada vez que intentes repetirlo. Por esta razón, ten mucho cuidado cuando transcribas el pasaje. En cuanto al tamaño de la tarjeta, puede variar según tu capacidad para leerla. Hay personas que por una cuestión de visión necesitarán utilizar tarjetas un poco más grandes. Lo más importante es que puedas llevar las tarjetas contigo donde quiera que vayas. He aquí un ejemplo de cómo debería verse tu versículo: Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16 |
Nota que la cita está copiada dos veces y que la segunda es bastante más grande de modo que resalte a la vista. Si lo deseas, puedes escribir al reverso de la tarjeta la fecha en que memorizaste el versículo y la versión que utilizaste. No te olvides de llevar tus tarjetas contigo cada vez que te juntes con tu grupo.
Segundo paso:
Lee el versículo en voz alta varias veces. En este segundo paso, utiliza tu tarjeta para leer el versículo. Cuanto más familiarizado estés con tu propia letra, el color de la tinta, la cita bíblica y aún con la misma tarjeta; más grande será tu capacidad de retención. Especialmente si tienes memoria fotográfica.
Tercer paso:
Aprende la cita bíblica y la primer frase como una unidad. Esto te permitirá asociar automáticamente la cita con las primeras palabras del versículo. Una vez que puedas hacer esto, notarás como el resto del versículo sale con toda naturalidad. En el caso del pasaje de arriba, la forma de aplicar este tercer paso sería repetir en voz alta por lo menos diez veces: “Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo”. “Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo”. “Juan 3:16. Porque de tal manera amó Dios al mundo”...
Cuarto paso:
Después de que hayas repasado la cita y la primer frase por lo menos diez veces, agrega la segunda frase. Ve agregando gradualmente más frases hasta que aprendas todo el versículo. Vuelve a repetir la cita al final.
Quinto paso:
Siempre repasa el versículo comenzado por la cita, siguiendo con el pasaje y terminando nuevamente con la cita.
La única manera de clavar un clavo y evitar que se salga es dándole unos cuantos martillazos. La única manera de memorizar un versículo y evitar que lo olvides es repasándolo. Recuerda esto mejor que el Padrenuestro:
Si repasas un versículo cada día por seis meses, podrás recordarlo por el resto de tu vida.
La llave del éxito en la memorización esta en: ¡REPASAR, REPASAR, REPASAR!
Cómo repasar un versículo efectivamente.
Permíteme darte diez sugerencias prácticas para repasar un versículo efectivamente.
1. Nunca te olvides de repetir la cita bíblica antes y después de decir el versículo.
La cita es lo que más fácilmente aprendemos pero también es lo que más fácilmente olvidamos. La mejor forma de no perder la “dirección” de un versículo es repitiéndola dos veces; una vez al comenzar a citar el pasaje y otra cuando terminas de hacerlo.
2. Copia el versículo en hojas borrador para poder recordarlo.
Una buena manera de “clavar” más profundamente los versículos que más nos cuestan es copiarlos varias veces en una hoja borrador. No dudes de valerte de este recurso cada vez que lo necesites.
3. Repasa tus versículos leyendo el pasaje en voz alta.
Hay dos maneras de repasar un versículo, repetirlo silenciosamente en tu mente o leerlo varias veces en voz alta. La segunda forma es mucho más efectiva que la primera. Al leer el pasaje en voz alta, estarás utilizando no solo tu mente, sino tres de tus cinco sentidos: la vista, la voz y el oído. Cuantos más sentidos involucres al proceso de memorización, más gravados quedarán los pasajes. Por otra parte, leer los versículos te evitará memorizar el pasaje con posibles errores involuntarios que puedas llegar a cometer mientras tu mente divaga en otros pensamientos.
4. Marca los versículos que hayas memorizado en tu Biblia.
Esto te permitirá tenerlos presentes cada vez que abras tu Biblia y te será muy útil para ir relacionándolos con el contexto correspondiente. Algo que personalmente me ha ayudado mucho ha sido subrayar todos los versículos que he aprendido de memoria con un mismo color. Esto me permite asociarlos con la idea central del pasaje y también repasarlos a medida que leo todo el capítulo.
5. Coloca tus versículos en lugares “estratégicos”.
Poner versículos en lugares que frecuentas diariamente te permitirá repasarlos mientras haces otra tarea. He aquí algunas sugerencias acerca de dónde puedes colocar versículos:
Arriba de la pileta de la cocina.
• En el espejo de baño.
• En la puerta de la heladera.
• En el lavadero.
• Cerca del teléfono,
• En el descanso de pantalla de tu computadora
• En un lugar visible de tu auto.
• En tu mesa de luz.
• En tu escritorio.
• Al lado de tu cama.
• Utilizar el versículo como señalador cuando lees un libro.
6. Consigue un porta-versículos y llévalo continuamente contigo.
Un porta-versículos es un pequeño estuche de cuero, muy similar a un porta-documentos, que sirve para guardar tus versículos de modo que puedas llevarlos contigo a todos lados. Si no conoces una librería cristiana que los venda, mide la tarjetita en la que escribiste tu versículo y pídele a un zapatero que te corte un pedazo de cuero de ese tamaño y que luego lo cosa de modo que te permita guardar tus tarjetas. Tener un porta-versículos te permitirá repasar tus pasajes mientras estés en la fila del banco, esperando el colectivo, viajando en tren, o dónde quiera que te encuentres.
7. Establece un plan de memorización.
Una de las mejores cosas que puedes hacer es decidir de antemano cuántos versículos planeas memorizar en un año. He aquí tres ejemplos que puedes seguir: Plan A: 1 versículo cada dos semanas = 26 en un año |
Plan B: 1 versículo por semana = 52 en un año |
Plan C: 2 versículos por semana = 104 en un año |
Elige el plan que mejor se amolde a tu capacidad de memorización y comprométete a mantenerte fiel. Nunca memorices un nuevo versículo hasta que no sepas a la perfección los anteriores. En la memorización la calidad es más importante que la cantidad. Si eliges el Plan C y después de un tiempo llegas a la conclusión de que te has sobre-exigido, disminuye la velocidad y baja al Plan B. Es fundamental que nunca frenes. Aún si necesitas baja hasta el Plan A, es tremendamente importante que no dejes de memorizar. Puedo decirte por experiencia propia que no hay nada más difícil que volver a arrancar con un hábito que uno ha abandonado.
8. Cuídate del entusiasmo del momento.
Hay personas que luego de leer las 20 razones por las cuales debemos memorizar versículos, terminan súper entusiasmadas y quieren empezar memorizando el Salmo 119. El entusiasmo es muy bueno, pero mejor aún es el compromiso y la disciplina para ser fiel y comenzar de a poco. Si estás entusiasmado, no dejes que tu fuego se apague. Elige un plan de memorización y ¡procura cumplirlo!
9. Busca algún amigo al cual le puedas “rendir cuentas”.
El hombre más sabio del planeta dijo: “Mejores son dos que uno...” (Eclesiastés 4:9) Tenía razón. Lo mejor que puedes hacer para tener éxito en memorizar efectivamente la Biblia es encontrar un amigo (puede ser tu discípulo) que tenga el mismo deseo. Esto los animará a ambos y les permitirá tener un compañero de batalla para rendir cuentas y contarle si se han mantenido fieles al plan de memorización que han establecido. Cuando repasen juntos los versículos, asegúrate de que la persona que los esté tomando lea el pasaje mientras el otro lo cita. Por más que lo sepa de memoria, es conveniente hacerlo de esta manera. Por otra parte, si la persona que lo está citando se equivoca, su amigo debe hacerle saber por medio de alguna seña que ha cometido un error. Sin embargo, no hay que ayudarlo hasta que él lo pida. De esta manera, le estaremos dando la oportunidad de que piense un momento y pueda corregir su propio error. En caso de que se equivoque, debemos pedirle que vuelva a citarlo hasta que pueda decirlo perfectamente.
10. Busca poner en práctica el versículo que hayas memorizado.
Te puedo asegurar que después que comiences a vivirlo será imposible que lo olvides. “Encarnar” un versículo es la mejor forma de repasarlo.
Una lista de versículos para memorizar.
A lo largo de este curso memorizarás un versículo por semana. Como este libro contiene doce unidades, en total memorizarás doce versículos. Esto incluye los diez que necesitarás saber para poder compartir la ilustración del puente y dos más que son claves en relación al discipulado.
Una vez que termines este curso y quedes liberado de aquellos versículos que te he “impuesto” memorizar, llegará el momento en que tú mismo establecerás tu propio plan de memorización y decidirás qué pasajes memorizar. Permíteme darte un último consejo para cuando llegue este día tan soñado. Trata de elegir siempre un versículo que llene una necesidad para tu vida. Los versículos que no te dicen nada serán muy difíciles de aprender. Por ejemplo, si te has propuesto todas las mañanas tener un tiempo devocional con Dios, te conviene aprender Salmo 5:3 para reforzar tu decisión: “Oh Jehová de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré.” Si te das cuenta que has estado luchando con sentir vergüenza de hablar de Cristo, te aconsejo que memorices Romanos 1:16 para transformarlo en una oración: “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego.” Como puedes ver, he incluido una lista de versículos que puedes utilizar para tu propio crecimiento espiritual o para sugerirle a alguno de tus discípulos.
Después de leer tantas páginas acerca de la memorización es posible que estés pensando: “¿Qué tiene que ver todo esto con el evangelismo? ¡Nico se volvió loco!” No desesperes, aunque no sé por cuanto tiempo, todavía estoy en mis cabales. A pesar de que toda esta información acerca de la memorización te parezca demasiado abundante, sin mucho sentido, o poco relacionada con el evangelismo; cambiarás de opinión cuando llegues a la Unidad 12 y tengas que enseñarle a otra persona a dar sus primeros pasos en la memorización. Confía en mí, y verás que este apéndice no tiene ni una pizca de desperdicio.